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“El mundo no tiene por qué ser miserable”: procesos de
politización juvenil en parajes rurales de Misiones (Argentina)
Mariana Chaves1
Luisina Gareis2
Resumen
El objetivo general de este artículo es analizar el proceso de politización de jóvenes que habitan en contexto
rural (Misiones, Argentina) y forman parte de familias del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Lo
individual y lo colectivo se imbrican en un campo de fuerzas con larga historia en la región, diversidad de
actores (multinacional, pequeños productores, estado, familias, cooperativa), multidimensionalidad de la
desigualdad e interseccionalidad de condiciones sociales. Desde un enfoque etnográfico, explicaremos pro-
cesos de socialización, subjetivación política y acciones políticas colectivas en las que participaron, lo que
nos permitirá comprender la producción de un sujeto político juvenil rural. Apuntamos también a presentar
y discutir al estado como actor partícipe de la producción de un sujeto político juvenil, en tanto su existencia
– por acción u omisión –, lo constituye en un nodo de poder al cual demandar, con el cual antagonizar, y/o
sentirse interpelado para la construcción política.
Palabras Clave: Juventud. Política. Rural. Estado. Subjetivación política.
Introducción
1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Trabajo Social y
Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad. La Plata, Buenos Aires, Argentina.
.E-mail: chavesmarian@gmail.com Orcid: https://orcid.org/0000-0001-8715-9468 CrediT: Conceitualização, Escrita do
Rascunho Original e Supervisão
2 Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Trabajo Social, Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad. Paraná, Entre
Ríos, Argentina. E-mail: luisinagareis@gmail.com Orcid: https://orcid.org/0000-0002-8047-5326. CrediT: Conceitualiza-
ção; Tratamento dos dados; Análise Formal; Investigação; Metodologia; Escrita do rascunho original
Revista TOMO
São Cristóvão, v. 43, e21722, 2024
Data de Publicação: Novembro/2024
Dossiê
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
En los últimos veinte años en el norte de la provincia de Misiones, Argentina, ocurrieron trans-
formaciones sociales y económicas que desembocaron en la actual coexistencia de dos modelos
productivos contrapuestos. Por un lado, con mayor capital económico y capacidad de influencia
territorial, se ha instalado el paradigma del agronegocio de la mano de Arauco SA, una empre-
sa transnacional que se dedica a la foresto-industria que en 1996 compró tierras productivas y
fábricas de procesamiento de celulosa y aserraderos. Acumularon mayor poder de dominación
a través del proceso de acaparamiento de tierras, tecnificación de los procesos productivos e im-
plementación de novedosas estrategias de comunicación que buscan generar mayor legitimación
de sus actividades (Gras y Hernandez, 2013; Ramírez, 2017). La monopolización de la actividad
foresto-industrial y sus efectos ha sido ampliamente documentada para Misiones (Mastrangelo,
2012; Gómez Lende, 2016; Ramírez, 2017). El municipio donde nos situamos es un epítome de
este proceso siendo el de mayor porcentaje de tierra extranjerizada de la provincia (81 %) donde
la empresa ha plantado pinos y eucaliptus (Romero Wimer y Fernández Hellmund, 2019; Gareis,
2021).
Por otro lado, desde principios del presente siglo, familias campesinas de la zona y del Paraguay
han tomado tierras en el municipio que no estaban siendo usufructuadas productivamente por
los dueños legales, consolidando paulatinamente dos parajes rurales. Como mostraremos en el
texto, desde las primeras tomas ha existido una organización comunitaria y desde el año 2016
las familias formalizaron una cooperativa de trabajo de productores hortícolas agroecológicos in-
cluyéndose en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)3. El paradigma agroecológico se ha
fortalecido a partir de establecer redes con organizaciones sociales locales, movimientos sociales
de alcance nacional e instituciones estatales (Gareis, 2021) enfrentándose a los agronegocios.
El objetivo general de este artículo es analizar el proceso de politización de jóvenes que habitan
en el contexto rural de Puerto Libertad, provincia de Misiones, Argentina, y forman parte de las
familias del MTE. Las juventudes de la cooperativa comenzaron a organizarse en 2016 con cinco
jóvenes que vivían en los parajes rurales y fueron creciendo en número, acciones políticas, niveles
de organización y en edad. El análisis de disputas que fueron promoviendo, y en las que se vie-
ron inmersos, nos permitirán describir e interpretar los procesos de socialización y subjetivación
política, así como la configuración de un colectivo organizado en clave etaria que forma parte de
dos entidades políticas mayores (cooperativa y movimiento social). Lo individual y lo colectivo
se imbrican en un campo de fuerzas (Thompson, 1995; Roseberry, 2007; Manzano, 2007) con
larga historia de constitución, diversos actores (empresa multinacional, pequeños productores,
estado nacional, estado local, familias, cooperativa) y múltiples dimensiones de relaciones de po-
der (clase, género, residencia, étnico-racial). Como objetivos específicos apuntamos por un lado a
historiar y comprender los procesos de socialización4, subjetivación y colectivización política de
estos jóvenes; y por otro, presentar y discutir el estado como actor partícipe de la producción de
un sujeto político juvenil, en tanto su existencia – por acción u omisión–, lo constituye en un nodo
de poder al cual demandar, con el cual antagonizar, y/o sentirse interpelado para la construcción
política.
3 Para una historia de la organización y sus procesos políticos, recomendamos Liaudat, Tóffoli y Fontana (2023).
4 2 Adoptamos la definición de socialización política de Vázquez (2010, pp. 47-48), como “un proceso que tiene lugar a lo
largo del ciclo biográfico, a través del cual se producen aprendizajes (y olvidos) a través de los que se construyen los uni-
versos políticos de las personas; estos aprendizajes se producen en los diferentes ámbitos de la experiencia, es decir que
no es posible limitar su alcance a partir de una definición estrecha de lo político. Así, cobran relevancia los aprendizajes
elaborados en la escuela, los grupos de pares, la familia, el barrio, el trabajo, el activismo”.
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“El mundo no tiene por qué ser miserable”
El trabajo de campo que dio sustento empírico a este artículo fue desarrollado por Luisina Gareis
(2024) en el marco de su tesis doctoral en antropología dirigida por Susana Narotzky, Mabel Grim-
berg y Mariana Chaves (Universidad de Buenos Aires-Universidad de Barcelona). Durante el año
2019 hasta el comienzo de las restricciones implementadas por el gobierno argentino en marzo
de 2020, la autora residió en el municipio de Puerto Libertad, provincia de Misiones, Argentina,
realizando etnografía de forma colaborativa (Barriach, Chaves y Gareis, 2022) con la coopera-
tiva y especialmente con el “grupo joven” de la misma. En ese marco se desarrolló observación
participante, entrevistas a jóvenes y adultes, un censo y un relevamiento documental (históricos,
económicos, prensa).
Mapa 1- Ubicación geográfica Corredor verde de Misiones y las áreas naturales vecinas de Brasil (extraído de Schiaffino et al.
2011, p. 86). Intervención realizada por Luisina Gareis señalado en amarillo en los límites del municipio de Puerto Libertad.
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
La cooperativa y el grupo joven
Luisina: ¿Cómo fue que decidieron arrancar con el grupo joven?
Adela: Cuando nosotros íbamos al colegio5, en ese entonces en colectivo. Y el colectivo no
entraba cuando llovía, nosotros teníamos que salir con dos mudas de ropa en la mochila
más los útiles escolares, salir a la ruta, cambiarnos allá, para poder llegar limpios al cole-
gio. (Entonces) se hacían pedidos para que el colectivo entre a la chacra, pero no le hacían
caso a los vecinos, entonces habíamos charlado que sí armábamos un grupo de firmas de
estudiantes íbamos a poder conseguir. Entonces alguien nos propuso que armemos un gru-
po joven, en ese momento éramos muy pocos en el paraje y así salimos a invitar a los que
conocíamos y fuimos trabajando y conociéndonos y hablando de nuestras vidas.
Luisina: ¿En qué año?
Adela: Ni me acuerdo, creo que fue en el 2016. Organizábamos campamentos, nos juntá-
bamos a comer y (charlábamos) algunas problemáticas nuestras. Que yo no lo veía muy
importante, pero ahora sí… porque mediante eso nosotros nos pudimos inspirar más para
pelear (Adela, 22 años).
Los y las jóvenes rurales organizados/as recurrieron a la forma de organización que conocían por
sus padres y vecinos/as para luchar por su derecho a caminos y transporte público para ir a la
escuela. A continuación, desarrollamos brevemente el proceso de lucha y organización de las fa-
milias en los parajes entendiéndolas como el contexto de socialización (política) de las juventudes.
Historiando la organización
En 2002, se organiza la toma del paraje San Isidro Labrador con “unas 55 familias valientes con el
sólo recurso de su fuerza manual y sus herramientas para labrar la tierra (…) Nos instalamos a pul-
món: en carpas, en una noche y nos pusimos a trabajar” expresaba un documento del Movimiento
de los Sin Tierra de Libertad del 20146. Las primeras familias llegaron cruzando el río o desde otros
lugares de la región del Alto Paraná, delimitaron y se repartieron las parcelas, limpiaron el terreno, y
montaron carpas o pequeñas construcciones de madera. Al llegar había parches de selva, capueras7
o pinos, que tuvieron que sacar para poder construir y producir; en ese tiempo fundacional se sobre-
vive con los recursos disponibles en el territorio (caza, pesca y recolección), así como por las redes
familiares transfronterizas. El siguiente momento fue resistir a los desalojos ayudándose entre ve-
cinos, frenar las máquinas topadoras, enfrentarse colectivamente a las fuerzas de seguridad y esta-
blecer redes con actores sociales externos a la toma para conseguir apoyo y difusión de la situación.
Un terreno se “gana” si colectivamente se logra defender la toma (no todas las tierras que se han
tomado fueron ganadas) e implica que la población pudo asentarse y consolidar allí un espacio
habitable. Habiendo atravesado estos momentos iniciales, las familias se organizaron para conse-
guir agua, luz y educación a través de pequeñas comisiones vecinales que demandan al estado o
empresas privadas prestadoras, sea con notas, pedidos de audiencias, reuniones o movilizaciones
5 En Argentina, se utiliza coloquialmente el término colegio para las escuelas de nivel medio o secundarias, que es su nombre
formal.
6 El Movimiento de los Sin Tierra de Libertad (MSTL) organizó la mayoría de las ocupaciones de tierras de Puerto Libertad.
Aunque el fundador y presidente de la misma me explicó que aún siguen funcionando, los y las vecinos/as de los parajes
rurales mencionan hechos de corrupción y violencia por lo cual ya no forman parte de dicha organización. La última apari-
ción pública de esta organización fue en 2013.
7 Capuera se denomina localmente a una parcela que fue utilizada con algún fin productivo años atrás, es decir se desmontó
la selva o monte original, pero que luego fue abandonada por lo que el área se cubre con nueva vegetación.
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“El mundo no tiene por qué ser miserable”
callejeras. En el año 2012, los pobladores recibieron una orden de desalojo de una empresa trans-
nacional dedicada a la foresto-industria, lo que desencadenó que una de las familias recientemen-
te mudada, decidiera colectivizar una acción con sus vecinos para evitar el desalojo.
Don Benicio: Nosotros vinimos acá en el 2012 y no había luz, no había agua. Y empezamos
a gestionar, pero por nosotros no más, por la necesidad, empezamos a gestionar. Fuimos al
municipio y el municipio nos dijo que (los terrenos) eran de Alto Paraná y que Alto Paraná
no permitía ni luz y mucho menos pozos perforados (…) El intendente se había compro-
metido [con la luz], fuimos y llevamos una nota a Posadas y el Intendente se comprometió,
pero nunca no cumplía, entonces en noviembre de 2013 fue nuestro primer corte de ruta,
pero éramos 25 personas no más.
Luisina: ¿Cómo se les ocurrió hacer un corte de ruta?
Don Benicio: Y porque aprendí con PIP8. En el 2013 se hizo una reunión en PIP, en Piray, y
ahí me fui. Esa fue la primera vez. Y ahí empezamos a ver cómo funcionaba. Y [la referente
de PIP] me enseñaba por teléfono, por mensaje, cómo teníamos que hacer, cuándo, a qué
hora (Don Benicio, 23 de octubre 2019).
En aquellos años, las familias reiteradamente recibían respuestas negativas del estado para darles
acceso al agua y la luz, y esto incentivó la organización popular. A mediados de 2013, nace una
organización de base territorial que unía a los pequeños productores de ambos parajes, que fue
creciendo en número, acciones y relaciones en ese proceso de politización campesina. En el tercer
corte de ruta de 2013, los pobladores amenazaron en la prensa local con pasar las fiestas de fin de
año arriba de la ruta con todas sus familias si no se atendía su reclamo. Tuvo gran eficacia, ya que
en el último mes del año obtuvieron la luz. Con la misma estrategia consiguieron a mediados de
2014 los primeros dos pozos perforados para el agua. En 2016, logran conformar una cooperativa
para gestionar proyectos de financiamiento y comercialización conjunta de su producción, y en
ese camino toman contacto con el MTE y se incorporan al movimiento.
Con el clima de movilización que había tenido el país durante 20169, el papel de los movimientos
sociales en esos conflictos y la devaluación que apremiaba cada vez más a las familias, desde las
primeras reuniones de la cooperativa se promovió negociar con el estado nacional políticas so-
ciales de apoyo. El 23 de diciembre de 2016, se aprueba la Ley Nacional Nº 27345 de Emergencia
Social, impulsada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)10 y otras
organizaciones de base, creando el Salario Social Complementario (SSC), que en términos lega-
les se definió como una “asignación estatal” para los trabajadores “informales”, constituyéndose
como política social de transferencia de ingresos. Cuando se incorpora el SSC a los miembros de
la unidad productiva, la cooperativa duplica su número de socios, de 80 a 160 aproximadamente,
lo que les permite construir una sala de alimentos envasados con el fin de dar valor agregado a
frutas y verduras, y una fábrica de alimento balanceado para cerdos y gallinas. Además, con los
años fueron construyendo tres huertas comunitarias agroecológicas, dos merenderos y un salón
de usos múltiples donde realizan actividades políticas, artísticas y educativas.
8 PIP son las siglas de Productores Independientes de Piray, organización referente en la zona por haber conseguido una ley
de expropiación de 600 Has. a la empresa transnacional Arauco en Misiones. Para ampliar, consulte material de Ramírez
(2017).
9 En 2015, asume la presidencia de Argentina – hasta 2019 – Mauricio Macri desde la Alianza Cambiemos. Su proyecto po-
lítico puede ser caracterizado como neoliberal, mantuvo relación de negociación conflictiva con los movimientos sociales
principalmente a través del Ministerio de Desarrollo Social (Rach, 2021).
10 En la página de la organización pueden verse algunas de sus acciones https://ctepargentina.org/ así como acceder a pu-
blicaciones.
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
El grupo joven como experiencia de politización
Volviendo a la cita que inicia esta sección donde una joven cuenta el origen del grupo, cabe agregar
que no fue sin inconvenientes, según Adela “el tema en el campo de juntar a las juventudes es que
tenemos muchas responsabilidades, que tenemos que estar con los animales, que tenemos que
cuidar de la casa cuando nuestros papás no están, que tenemos que estudiar, que tenemos que
ver cómo llegar a la escuela y entonces era muy difícil juntarse” (Adela, 22 años). Compaginar los
tiempos fue una dificultad, pero lo lograron. A fines de 2017, el referente de la cooperativa invita
a uno de los jóvenes – que además es su hijo –, a participar del segundo Plenario Nacional de la
Rama Rural del MTE en la provincia de La Pampa. Jacinto nos cuenta de esa experiencia:
Nosotros ya estábamos arrancando con el grupo de jóvenes. Después de la nada surgió el
viaje que yo no estaba ni muy metido pero bueno ahí pintó el viaje a La Pampa, fuimos,
nos metimos a varios talleres. Yo hablaba normalmente como hablaba acá y yo noté cómo
la gente nos veía: en la asamblea nos re admiraban por las cosas que nosotros estábamos
haciendo que, para nosotros, no era nada todavía. Para nosotros ni estábamos arrancando
a hacer las cosas que nosotros realmente queríamos hacer. Pero como que la gente… ‘fua,
¿en serio?’ Y como que eso también me incentivó más (Jacinto, 19 años).
Los viajes vinculados al movimiento y la visión externa fueron un incentivo para el proceso de
organización que motorizaron las juventudes. A principios del año 2018, Adela, Leandro, Jaque-
line, Mikel, Jacinto y Raúl viajaron a Rosario al primer encuentro de Juventudes del MTE. Según
elles11, fue una de las experiencias formativas más transformadoras. Este evento pasó a ser un
hito en la memoria colectiva del grupo e incorporaron en sus prácticas cotidianas muchos de los
aprendizajes que allí vivenciaron. En esos años iniciales realizaron diferentes actividades como,
por ejemplo, participar en una maratón solidaria en Puerto Piray promovida por una organización
ambientalista, armar el festejo del día de las niñeces en los parajes y asistir a un campamento de
jóvenes invitados por otra organización social de la provincia.
En septiembre del 2018, la dirigencia de la cooperativa le solicitó al grupo joven organizar el fes-
tejo del segundo aniversario. En la reunión de octubre, uno de los hijos del referente de la coope-
rativa utilizó las siguientes palabras para informar la tarea: “nos tocó organizar a nosotros. No va
a hacer tanto como una fiesta, sino que va a haber talleres como hubo en el plenario de Eldorado
(…) Tenemos que poner en el grupo (de WhatsApp) que nosotros vamos a organizar y que nadie
se meta” (Jacinto, 19 años, Reunión GJ, 18 de octubre del 2018). Debatieron qué talleres hacer y
qué normativas debían regir durante el evento. Para planificar se basaron en experiencias organi-
zativas de las que habían sido parte anteriormente. Por ejemplo, Jaqueline (21 años) sugirió “no
olvidarnos de dejar una o dos horas libres, para que la gente se libere, tenga otro aire, otra energía,
que coma algo. A mí me pasaba en Rosario que nos tenían todo el tiempo estudiando” (Reunión
GJC, 18 de octubre del 2018). Adela además planteó “armar una planilla que se anote nombre y
paraje. Como se hizo en la feria de semillas” (Adela, 21 años, Reunión GJC, 18 de octubre del 2018).
Mientras conversaban qué talleres llevar adelante, propusieron:
11 Asumimos el campo del género como una disputa por los reconocimientos, y en ello, hemos decidido utilizar la “e” cuando
hacemos referencia a las personas en general, de modo inclusivo de todos los géneros, y sin identificación particular. En
algunas oportunidades que corresponde referimos en masculino o femenino a les jóvenes.
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“El mundo no tiene por qué ser miserable”
Jacinto: Lo que sí tiene que haber es agroecología, también un taller de juventudes y niñez,
o algo así, tiene que haber algo con trabajo porque digamos que los socios más grandes…
Jaqueline: Podemos hacer un taller de Tierra, Techo y trabajo y que cada uno cuente su ex-
periencia de cómo fue que obtuvo su casa o como fue que obtuvo su trabajo, cuáles fueron
los obstáculos que tuvo que pasar.
Jacinto: Claro. (…) Lo bueno sería saber por qué compraron la tierra o por qué tomaron,
hace cuántos años viven y qué se puede mejorar. De todos los problemas buscar una solu-
ción para todos en general. Todos creo que van a tener casi el mismo problema. (…) En el
taller de niñez y juventud ahí está toda la gurisada, entonces desde ya les estamos enseñan-
do a los chicos desde chicos a militar: por qué nosotros estamos haciendo esto. Por ahí se
suma alguien de los parajes y ese taller le ayuda a poder entrar a nuestro grupo.
Jaqueline: Jóvenes hay muchísimos (en los parajes), porque como cada familia, cada socio,
tiene hijos…
Adela: Yo creo que en el cierre hay que presentar lo que venimos haciendo nosotros
Jaqueline: Claro, eso sería nuestra unidad productiva, nuestro trabajo (Reunión GJC, 18 de
octubre del 2018)
La conversación transita por algunas de las maneras en que ellos y ellas se representan siendo
parte de la cooperativa, aunque como “socios/as más pequeños”, militantes y parte de una unidad
productiva en las que su lugar de trabajo es el grupo juvenil. Se identifican como colectivo, es decir,
como grupo que se organiza con ciertos objetivos, como también lo hacen en la misma cooperativa
los equipos de huertas comunitarias o el de construcción. El festejo del aniversario sería una de
las primeras actividades que convocaría a toda la cooperativa, por lo que las juventudes deseaban
aprovechar la oportunidad para reivindicarse como miembros de igual valor que los/as socios/
as adultos/as, exponer las actividades que realizaban para ser reconocidos/as positivamente afir-
mando que ese era su trabajo en la organización. Avanzado el 2018 y en 2019, empezaron a funcio-
nar a través de asambleas en las que participaban exclusivamente jóvenes, y realizaron actividades
de forma sistemática: clases de apoyo en las chacras, talleres de formación política y agroecología,
festejos, campamentos, relevamiento de encuestas en los parajes12, talleres, una muestra de foto-
grafía y realización de un audiovisual. El grupo se amplió hacia otras juventudes del pueblo y de
los parajes. La preocupación por ser cada vez más se reiteró en diferentes reuniones, y aunque fue
fluctuando a lo largo de los años, osciló entre 10 y 15 miembros.
Las juventudes lograron integrarse y “hacerse un lugar” (Chaves y Segura, 2015) en el organigra-
ma de la organización a partir de reivindicar la condición juvenil. El anclaje etario habilitó una
identificación, y en ello una posición posible para decir y hacer. “Un lugar” desde el que “ser” mili-
tante de la organización, dialécticamente operando entre un nosotros más grande – y más grandes
– cooperativa, y un nosotros Grupo Juvenil, generacionalmente hijos, más chico y más chicos. La
juventud organizada decidió en una reunión hacerse las remeras de la cooperativa pero que en las
suyas iban a llevar la inscripción “jóvenes” o “algo así que distinga” (Reunión GJC, 24 de octubre
del 2018). En los inicios de 2020, las restricciones de movilidad decretadas por el gobierno debido
a la pandemia del Covid-19 influyó para que el grupo discontinuara las actividades y no lograron
volver a tener actividades periódicas. Así el grupo comenzó lentamente a disolverse ya que algu-
nos se mudaron a otras ciudades para continuar con los estudios terciarios o universitarios, otros
se desvincularon de la organización y quienes permanecieron en los parajes se incorporaron a
otras áreas de la organización. Los procesos de politización experimentados produjeron jóvenes
12 En el marco de la tesis doctoral de Luisina Gareis y como parte de una estrategia de investigación colaborativa con la coo-
perativa, la investigadora realizó un censo que llevó adelante con ayuda de las juventudes rurales. Con los datos obtenidos
sobre las familias y el uso de la tierra, se redactó un informe socio-económico que fue entregado a la organización en 2020.
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
con capacidad y capital político que transfirieron a otros ámbitos de su cotidianidad, uno de ellos
fue la escuela.
Política en la escuela del pueblo
El 26 de junio de 2019, por tercera vez en el año, entraron a robar a la única escuela técnica del
pueblo llevándose maquinarias e instrumentos que resultan fundamentales para la enseñanza. Estu-
diantes y docentes convocaron a toda la comunidad educativa, medios y población local a un corte de
ruta (Imagen 1). Los integrantes del grupo joven de la cooperativa quienes asistían a esta institución
tuvieron un rol fundamental en esta acción ya que, por ejemplo, tenían los contactos de prensa por
reclamos previos de la cooperativa. Además, fueron quienes argumentaron sobre la importancia de
traspasar las puertas de la institución, visibilizar lo ocurrido, y así construirlo como un problema
público para que dichos materiales sean repuestos en un corto período de tiempo. Tuvieron éxito y
se logró que desde la capital provincial se giren los fondos para reponer lo robado.
Casi cuatro años después, en marzo de 2023, otra situación vinculada a infraestructura escolar
sucedió,
Nota periodística del 22 de marzo del 2023 se titula “Toma de la (nombre de escuela) por
falta de infraestructura: ‘Damos clases parados, esa es la triste realidad’ Así lo graficó Ma-
riano, alumno y presidente del Centro de Estudiantes”. A lo largo de la nota el jóven en-
trevistado dijo “Nos sentimos abandonados por el Estado’ y luego advirtió que ‘Vamos a
continuar con esta manifestación hasta que venga algún representante del Estado a expli-
carnos por qué están vulnerando nuestro derecho a estudiar’. La nota finaliza diciendo “La
indignación del alumnado, padres y docentes escaló a altos niveles y esperan respuestas de
las autoridades. ‘Siempre se llenan la boca diciendo que los jóvenes son el futuro, pero a
la hora de rendir cuentas no aparece nadie’, cerró Mariano” (Primera Edición. El diario de
Misiones, 2023b).
Mariano vive en los parajes y comenzó a militar en el grupo joven de la cooperativa en el 2019 con
13 años mientras cursaba el segundo año de la escuela técnica que sufrió el robo durante ese año.
En esta segunda situación de hurto, Mariano era presidente del centro de estudiantes (desde fines
de 2022).
Imagen 1- Acción política juvenil en las escuelas
La foto de la izquierda muestra el corte de ruta realizado por los estudiantes en el 2019. Extraída
de La voz de Misiones (2019) y modificada posteriormente ocultando el nombre real del colegio.
La foto del medio es la toma del colegio en 2023 (Misiones Cuatro, 2023). En la foto de la derecha
se retrata el momento de la negociación entre les estudiantes del colegio, sobre todo quienes for-
maban parte del centro de estudiantes, y las autoridades estatales en el 2023 (Primera Edición. El
diario de Misiones, 2023b).
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“El mundo no tiene por qué ser miserable”
En esta segunda vez, los y las estudiantes secundarios/as volvieron a organizarse, pero esta vez
tomaron el colegio. La toma de escuelas es una acción política del repertorio de los sectores estu-
diantiles en Argentina (Nuñez, 2013; 2023) y en otras partes del mundo, e implica importantes
niveles de organización. Se logró una alta visibilidad y fue efectiva en términos de lograr una ne-
gociación con el estado que permitió encaminar el conflicto. El ministro de educación de Misiones
viajó desde la ciudad de Posadas (300 km) para garantizar la reposición de los elementos hur-
tados. Mariano lideró el proceso desde su rol de presidente del centro de estudiantes, y firmó el
acta de acuerdo con las autoridades. Una vez que se llegó a una resolución, Adela, quién en 2019
tenía 21 años y era una de las referentes del grupo joven de la cooperativa, publicó en su Facebook
respecto a esta contienda ganada: “Semillando en otros espacios, con otra bandera, pero la misma
lucha”.
En esta línea, traemos a continuación otra de las formas de politización que se desarrolla en el
ámbito escolar. En este caso, reponemos cómo entra en la escuela uno de los actores del campo de
fuerzas de la región; la empresa trasnacional de agronegocios con la que las familias de los movi-
mientos sociales han construido relaciones antagónicas desde la agroecología. En las dos escuelas
secundarias existentes en la localidad, Arauco SA realiza diferentes acciones para “comunicar” su
proyecto. Por ejemplo, dona herramientas, lleva a los y las estudiantes a conocer sus fábricas, or-
ganiza charlas y maratones solidarias, financia talleres o viajes. Respecto al accionar de la empresa
en la escuela, en una entrevista mencionamos como “ayuda” estas acciones y Jacinto aclaró “tam-
poco ayuda tanto ¿viste? Nos da máquinas, es una ayuda, pero con todo lo que Arauco nos hace, yo
creo que tendría que hacer más (…) Nos dieron tornos, pero tornos que ellos tiraron en la basura.
Con todo el daño (que hacen)” (Jacinto, 19 años). Estos sentimientos de indignación e injusticia,
macerados en el contexto familiar de la historia de lucha por la tierra y producción agroecológica,
son un anclaje para posicionarse en el accionar político en la escuela. Julián comenta lo que ocur-
rió en una de las charlas de Arauco en una escuela no técnica, donde un compañero se posicionó
para interrogar sobre una vulneración de derecho laboral:
Un compañero mío le dijo ‘mi tío se accidentó el ojo en la planta de Esperanza y nunca le
reconocieron nada’. El ingeniero que está a cargo ahora en la planta de Esperanza le dijo
que él nunca supo nada de eso, que nunca paso eso ahí y todo eso (…) Ellos no te van a
responder, o te van a terminar respondiendo lo que vos queres escuchar (Julián, 20 años).
Los adultos que trabajan dentro de las escuelas – y especialmente en los encuentros con la trasna-
cional – deben corresponder sus intervenciones con la línea política de la institución que habilita
estas prácticas o guardan silencio según lo mencionan los estudiantes. En cambio, algunos jóvenes
encuentran allí la oportunidad de confrontar directamente con representantes de la empresa. Ja-
cinto relata su intervención:
¿En los actos a quienes veías? A la gente de Arauco. Si íbamos a salir a hacer trabajos co-
munitarios nos llevaba Arauco. Pero todo para la foto (…) Fíjate: a mi el profesor me dijo
‘contrólate’ cuando fueron los de Arauco, y yo les empecé a hacer preguntas. Fueron los de
recursos humanos de Arauco y la loca empezó a hablar ‘que nosotros cuidamos a la gente,
que respaldamos a la gente’. Y yo le digo ‘¿con todos los venenos que tiran ustedes están
cuidando a la gente?’ y me dice ‘¿Como?’ ‘Si porque donde yo vivo en la chacra, cada vez que
quieren fumigar el pinal, ustedes nos perjudican a nosotros. Ustedes no velan por nuestra
integridad’. Y como que (dice) ‘no, pero sobre el glifosato mañana van a venir los chicos y
le van a explicar bien’. Y no me respondió. Me dijo ‘ese no es mi sector’ (Jacinto, 19 años).
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
Los diferentes efectos que posee este modelo productivo para la salud de las personas que habitan
las zonas rurales o que trabajan en la fábrica son unas de las quejas más escuchadas por la pobla-
ción local. Los relatos en los parajes rurales de enfermedades crónicas o muertes por el uso que
hace la empresa de agrotóxicos fueron recurrentes en el trabajo etnográfico, así como la conta-
minación de ríos, tierras, animales y plantas que viven alrededor de los pinares que explotan. Los
movimientos sociales defensores del medioambiente, como lo es la rama rural del MTE, sostienen
que la empresa es responsable por la pérdida de biodiversidad y por las enfermedades que existen
entre las niñeces rurales13.
Uno de los jóvenes comenta una charla que Arauco hizo en su escuela sobre cuidado ambiental:
Jacinto (19, años): Un bosque es mucha variedad de plantas, arbustos, y ellos (Arauco) fue-
ron a decirnos ‘bueno estos son los tipos de bosques: los bosques tropicales, los bosques
que son solamente de pastos’ que no sé cómo se llaman
Julián (20 años): Pradera
Jacinto (19 años): Pradera eso… y los bosques ‘que son los que hay mayormente pinos’ y yo
‘¡NO!’. Le dije ‘no son bosques de pino, son monocultivos’ y ahí me dio toda una explicación
y yo quedé ahí…
Leandro (26 años): Pasa que ellos trajeron esta especie de pino que no es nativa de acá
(Jornada de carteles del GJ, 20 de septiembre del 2019)
De esta anécdota de la escuela se desprendió una de las consignas que usaron tiempo después en
una protesta que realizaron en la maratón anual que organiza la empresa donde invitan a escuelas
de la zona, regalan remeras y refrescos. En aquella oportunidad, las y los jóvenes, acompañados/
as por referentes de la cooperativa y otras organizaciones sociales, instalaron pancartas y repar-
tieron una gacetilla mientras que muchos/as de sus compañeros/as de escuela y otras juventudes
corrían. Antes de ir al evento, se juntaron para hacer dos carteles, uno decía “no queremos más
pinos. Puerto Libertad ni un pino más” y, el otro “los monocultivos no son bosques”.
Politización y estado
En las experiencias políticas juveniles analizadas el estado, puede ser leído en diferentes presen-
cias: escuela, seguridad, infraestructura, luz, agua, gobierno, autoridades, ministerio, municipio,
políticas sociales, entre otras. Detengámonos en esta última para abrir el debate sobre cierto ca-
rácter politizador de esta experiencia estatal en Argentina. Muchos de los y las miembros del Gru-
po Joven estaban inscriptos/as en políticas sociales nacionales de transferencia de ingresos: los/
as menores de 18 años reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH)14 y, los/as mayores, el Sala-
rio Social Complementario (SSC). El cobro de este dinero, a través de sus tutores/as en el caso de
los/as menores o a su nombre para los/as mayores, ha brindado cierto margen de maniobra a las
juventudes. En el caso de la AUH, la mayoría de adultos/as separan ese dinero exclusivamente para
13 Por ejemplo, en el año 2013 diferentes organizaciones ambientalistas firmaron un documento público donde denuncian
los impactos de la empresa en la región. https://www.biodiversidadla.org/Documentos/Impactos_del_manejo_forestal_
de_empresa_forestal_Alto_Parana_S.A._Misiones_Argentina
14 En Argentina el sistema de seguridad social incluye un monto de dinero por hijo/a de trabajador. Cuando el trabajo del
padre, madre o tutor es del tipo registrado en relación de dependencia, se percibe el Salario familiar por hijo, que existe
desde 1940 con distintas modificaciones. Desde 2009, primero por decreto y luego por ley, se crea la Asignación Universal
por Hijo como transferencia para los y las hijas de trabajadores desocupados, con empleos informales o trabajadores de
casas particulares. Más información en https://www.anses.gob.ar/asignaciones-familiares.
11
“El mundo no tiene por qué ser miserable”
cosas del hijo/a que lo recibe, le dan una parte en efectivo o negocian con él/ella el gasto. No suele
incorporarse al dinero general de la familia, sino que se lo comprende como “plata de tal joven” o,
como vimos en investigaciones en otros territorios, es “el salario del pibe” (Assusa y Chaves, 2018;
Chaves, 2021).
Una de las políticas sociales que más han influido en la organización política de las familias de los
parajes rurales fue desde 2016 el Salario Social Complementario (SSC), y lo mismo ha sucedido
con otros movimientos sociales (Danani, 2004; Manzano, 2013; Perelmiter, 2016; Liaudat et al.,
2022; Gürcan, 2023). Los recursos eran administrados por el Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación y disputados y gestionados por las organizaciones sociales, pero era una transferencia
de ingreso que recibía individualmente a través de entidad bancaria cada persona registrada. La
contraprestación en la cooperativa en estudio era trabajar mínimo cuatro horas semanales dentro
de una unidad productiva. Como ya mencionamos, la cooperativa creció en número de socios y en
cantidad de dinero disponible para trabajar y organizarse.
Con relación a las juventudes, la política social también tuvo incidencia. Lorena (19 años) pudo
continuar sus estudios terciarios que su madre ya no podía pagar, Leandro (26 años) está ahorran-
do para hacer su casa, Jacinto (19 años) con ese dinero se alquila una habitación en el pueblo inde-
pendiente de sus padres, Adela (21 años) cubría sus gastos cotidianos mientras estaba estudiando
en Posadas. Rosario (21 años), gracias a recibir el SSC, ha podido tomar decisiones autónomas
sobre su presente y futuro, tensionando, pero sin romper, la relación con su padre que sostenía un
modelo más tradicional para ella. Así pudo tener novio, no ir al ejército, mudarse al pueblo para
vivir sola, estudiar una tecnicatura en agroecología con una beca (nuevamente el estado) gestio-
nada desde la organización, y contribuir a sostener a su familia cuando su padre enfermó. Es per-
tinente aquí la explicación de Narotzky (2004, p. 191) indicando que “por lo general, cuanto más
se distribuyen las fuentes de ingreso entre diferentes miembros de la familia, menos se concentra
el control en una sola persona”. Dichos recursos habilitan un cambio de posición de las juventudes
dentro del entramado familiar, tal como lo ha mostrado Hornes (2020) en su etnografía.
En todas las escenas antes trabajadas está presente el estado, por sus políticas (AUH, SSC) e insti-
tuciones (escuela, municipio), por ser el destinatario del reclamo de derechos o por ser uno de los
aliados o antagonista político en la disputa de poder. El estado es un actor al que se le demanda
porque se lo identifica como el responsable de los derechos, su garante decimos formalmente, y
también porque en la historia argentina, la construcción de ciudadanía ha estado asociada a la
disputa por su ampliación a través/con/desde/contra el estado, según sean los proyectos ideoló-
gicos de gobierno. La matriz estatal de nuestro país está arraigada en la memoria social y emerge
en el repertorio de acción política de la población. El estado en su heterogeneidad y en su papel de
contradicción continua, o rol en la tensión irresoluble entre capital y trabajo (O´Donnell, 1978), ha
generado políticas sociales que inciden mejorando el capital política y de vida de sectores subal-
ternos, y a la vez, es funcional a la reproducción de la desigualdad.
Procesos de subjetivación política juvenil
La producción de sujetos politizados tiene multiplicidad de formas de origen, no hay posibilidades
de causalidad entre un factor y otro, por ejemplo, tener familia politizada, atravesar un evento
político que interpela particularmente, participar de experiencias organizativas, adscribirse por
afectividad, acuerdo ideológico o seguimiento de liderazgos carismáticos (Vommaro, 2012; Cha-
12
Mariana Chaves; Luisina Gareis
ves y Galimberti, 2016, Mutuverria, 2020). Todos esos pueden ser puntos de narración del inicio
de una trayectoria de politización, solo alguno o ninguno. No es posible anticipar la producción de
un sujeto, pero sí explicar desde la perspectiva del actor el argumento con el cual reconstruye su
experiencia política.
Luisina: ¿Cómo o por qué te sumaste a la Cooperativa?
Leandro: Eso empezó con una relación de amistad entre vecinos, un día ellos me preguntaron
qué llegaría a pasar si construimos una cooperativa o algo similar una agrupación o algo, y yo
le dije por mí está bien, y yo me acuerdo que eso empezó a finales de 2015, empezando 2016.
Me acuerdo que hicimos un corte grande en la ruta, que duró más de una semana (...)
Luisina: ¿Qué te hizo cambiar, que antes querías un trabajito en el pueblo y ahora decís que
preferís estar acá (en los parajes)?
Leandro: La tranquilidad, más tranquilo acá que en el pueblo (...) y la Cooperativa, ahí ya
empezó a haber más vínculo entre vecinos, como una hermandad, nos cuidamos entre to-
dos. Lo hacemos por todos y entre todos (...) En uno de los peores momentos de mi vida yo
no puedo negar que ellos me apoyaron, que fueron mi segunda familia. (...) Pero muchos no
entienden, o sea mezclan las cosas. Yo te voy a decir la verdad Lu, estamos en una sociedad
tan machista hoy en día. Tan miserable parece que es el mundo. El mundo no tiene por qué
ser miserable (Leandro, 26 años).
La afirmación que nos hace Leandro constituye una interpelación. El “no tiene por qué” lo posi-
ciona en una mirada de análisis político, identificando un mundo, una adjetivación de estado de
las cosas (miserable) y una proyección de posibilidad, “no tiene por qué” ser así. Pero además dos
cuestiones más nos indica en la entrevista, por un lado, nos habla de amigos, afectos, familia, ayu-
da, tranquilidad, todos componentes de su elección hacia ese estar en grupo, pasar de lo individual
a lo colectivo; y, por otro lado, una experiencia de acción política: el corte de ruta. Sin intentar un
análisis biográfico que no es eje de este artículo, y por la regularidad encontrada en el trabajo de
campo con otros jóvenes del grupo acerca de los procesos de politización como el que narra Lean-
dro, podemos avanzar en leer cómo la asunción de identidades militantes modifica la mirada, el
discurso y la acción sobre “el mundo”.
Frente a la pregunta “¿desde qué empezaste a militar, sentís que cambió algo?” Lorena (19 años)
respondió “te cambia totalmente la vida si vos salís, empezás a ver otras cosas. Es como otra forma
de vivir”. Jacinto (19 años) mencionó “yo creo que todo prácticamente, porque yo no era así antes.
Antes de empezar a militar yo pensaba otras cosas”. Según cada contexto sociohistórico y espacial
la propuesta plausible de existencia como joven militante toma diferentes matices. El territorio,
la condición social del sujeto (edad, género, clase) y, muy relevante, la posición que se ocupa en
el campo de fuerzas en el que se desarrolla la disputa moldea y legitima – o no – formas de hacer
política. Leamos a Jacinto:
Yo conozco gente así que flashean15 que son militantes, y son militantes pero... está bien
bajan a los barrios, que sé yo… pero no viven la militancia como nosotros acá (…) Yo no
tengo problema en decirle a esas personas “vos no sos un militante, un verdadero militante,
porque vos no vivís… vos no militas por una necesidad”. Hay gente así que no milita por la
necesidad… yo empecé a militar por la necesidad que hubo, que sé yo, cosas así (…) Esta-
mos, el militante que está acá... Poniendo la garra (Jacinto, 19 años).
15 A través del verbo “flashear”, Jacinto se refiere a quién piensa algo de sí mismo que otras personas no lo perciben de esa
forma.
13
“El mundo no tiene por qué ser miserable”
Este joven legitima la participación política que se construye desde la necesidad, en una retórica
casi de “clase para sí” (Marx y Engels, 2017), valoriza positivamente “poner el cuerpo”, no “bajar
al barrio”, sino vivir en él. Se diferencia, negativizando a sus pares militantes urbanos, jóvenes de
clase media que conoció en algunos encuentros. Vivir en el territorio donde se milita legitima y
coloca en un status moral/ético/político superior – Jacinto no flashea, milita–, en tanto la expe-
riencia política no puede abandonarse. Este sujeto político se constituye encarnando su territorio.
Es militante en tanto habitante del paraje, en tanto trabajador/a rural, en tanto ideológicamente
agroecologista, en tanto, –y mientras tanto –, comparte las necesidades, o parafraseando a Lean-
dro, cierta parte miserable del mundo. La toma de tierras, la consolidación de los parajes rurales,
la búsqueda de mejores condiciones de vida y trabajo son parte co-productora de las concepciones
por las cuales se rigen las juventudes militantes. La militancia es una posibilidad de ser y distin-
guirse, a la vez que se refuerza la propia identidad y orientación política. Este marco de sentido
organiza, a su vez, las categorías con las cuales se auto-adscriben y diferencian de los demás.
Nos interesa también mostrar cómo el estado es un actor con el cual se negocia a partir de consti-
tuirse como subalternidades. Massimo Modonesi explica que “el concepto de subalterno permite
centrar la atención en los aspectos subjetivos de la subordinación en un contexto de hegemonía:
la experiencia subalterna, es decir, en la incorporación y aceptación relativa de la relación de man-
do-obediencia y, al mismo tiempo, su contraparte de resistencia y de negociación permanente”
(Modonesi, 2012, p. 6). La situación escolar presentada más arriba donde las juventudes organi-
zadas son las que logran, a través de cortes de ruta, sentarse a negociar con las autoridades para
recuperar los elementos robados, muestra la convicción juvenil respecto a la necesidad de deman-
da, organización y negociación que es necesario construir para efectivizar los derechos normados
al estado. En un taller de la organización el referente de la cooperativa decía sobre cómo se iba a
conseguir la regularidad de las tierras:
Nosotros vamos a luchar, nuestra lucha no la vamos a dejar tan fácil a ellos (…) Nosotros
si o si vamos a estar ahí en la ruta y ellos van a venir a poner reglas otra vez, y no va a ser
así, las reglas las vamos a poner nosotros, vamos a sentarnos de vuelta y conversarlo entre
nosotros… y eso va a ser todo así. Eso va a hacer todo negociable (Taller de mapeo colectivo,
julio 2019).
Muchas batallas se han librado, y muchas quedan por dar, en perspectiva histórica `el mundo es
miserable´ diría Leandro, y se comprobaría en la continuidad de las posiciones de subalternidad y
las desigualdades persistentes. Pero en esos ciclos hubo momentos donde todo podría haber sido
peor y la resistencia organizada de distintos sectores (motosierristas16, cooperativa, movimiento
social, grupo joven) hicieron posible un freno, un cambio y/o una mejora.
16 El oficio de motosierrista forestal se basa en la cosecha de árboles utilizando motosierras y herramientas menores. Las
tareas principales que se realizan son: operación y mantenimiento de la motosierra, volteo dirigido de árboles, desrame
y trozado de árboles. Para conocer más sobre este oficio consultar el plan de estudios de Educación Básica de Adultos de
Chile (Ministerio de Educación de Chile, 2009). En el contexto analizado dichas tareas se implementan en las parcelas de
monocultivos de pinos implantados.
14
Mariana Chaves; Luisina Gareis
Conclusiones
Haber comenzado a participar políticamente tuvo efectos concretos en las biografías juveniles.
Sostenemos que han podido experimentar un cambio de posición en el plano económico, edu-
cativo y social, a la par de incrementar el capital político. En el plano económico, el ingreso mo-
netario brindado por las transferencias estatales y gestionado por las organizaciones, ayudó en
sus proyectos de autonomización. En lo educativo, la mayoría terminó el nivel medio y algunos
ingresaron a nivel superior, esto contrasta con la mayoría de les adultes de los parajes que llega-
ron a finalizar nivel primario. Con relación al capital social, los viajes y formaciones realizadas les
han permitido construir una red de relaciones dentro de los movimientos sociales, en especial del
MTE.
Traemos para el cierre también la síntesis de tres puntos que se enmarcan en la dialéctica de co-
-producción estado y sujetos políticos. Primero, las familias, y en ellas les jóvenes, que habitaron
los parajes rurales por más de diez años sin tener garantizados derechos como luz, agua, transpor-
te, educación. Las condiciones de habitabilidad mejoraron por la acción política colectiva desar-
rollada, y esto a su vez retroalimentó positivamente la organización comunitaria y la subjetivación
política de las familias, identificando al estado como responsable de los derechos/recursos, y en
su incumplimiento, constituyéndose como un antagonista. El segundo, es el estado en su forma de
políticas sociales con transferencia de ingresos que, así como no solucionan la integración social
con trabajo registrado, habilitan la participación en el sistema de seguridad social como trabaja-
dor desempleado (excluído diría el MTE) y en ello el estado reconoce al sujeto, mejora económica-
mente (un poco) y habilita condiciones de colectivización desde la posición de clase. Resulta desde
nuestra interpretación una interesante herramienta, pero resolverá su potencia en la lógica que
se construya entre los sujetos, las organizaciones y los demás actores sociales. Debemos recordar
que la disputa por esta distribución secundaria del ingreso no es solo entre estado y sujetos/or-
ganizaciones.
El tercero son las experiencias de organización estudiantil de las juventudes rurales. La escuela se
constituye como un ámbito donde no sólo se “recibe” formación estatal hegemónica, sino que es
un espacio para la disputa del tipo de ciudadano que éste pretende construir. La inclusión en el ni-
vel medio de los sectores populares se da desde la posición de subalternidad, y en ello, y desde ese
lugar, se torna un punto de anclaje posible para la politización de esa experiencia, organizándose
en este caso en un formato clásico y legitimado de la experiencia escolar en Argentina, los centros
de estudiantes. Desde allí desarrollan las disputas con la autoridad escolar, los contenidos y las
prácticas del estado, proponiendo otras formas de ver el mundo y habitar la ruralidad. Nuevamen-
te el estado garantía de derechos y antagonista, aquí no solo cuando incumple (infraestructura)
sino también por las diferencias ideológicas de su proyecto.
Es relevante visibilizar el papel (los papeles) del estado en los procesos de producción de sujetos
politizados y con ello continuar un debate que cobra nuevos matices a la luz de la coyuntura del
gobierno liberal-libertario de Javier Milei y su objetivo declarado de destruir “el estado por den-
tro”17. El estado es históricamente co-productor de sujetos políticos con proyectos ideológicos de
ampliación de derechos, frente a esta afirmación, “destruir” el estado podría ser una apuesta a
17 El 6 junio de 2024 el presidente de la Nación Argentina Javier Milei declaró “Amo. Amo ser el topo dentro del Estado. Soy
el que destruye el Estado desde adentro”. https://www.lanacion.com.ar/politica/milei-se-definio-como-un-topo-y-marco-
-soy-el-que-destruye-el-estado-desde-adentro-nid06062024/
15
“El mundo no tiene por qué ser miserable”
destruir esa capacidad coproductora. Como última oración traemos la frase de Leandro que dio
título al artículo: “El mundo no tiene por qué ser miserable”. En ella nos comprometemos desde
una antropología en colaborar y contribuir una concepción y práctica estatal de ciudadanía plena.
Agradecemos a los colegas de la línea de investigación en Juventudes del Laboratorio de Estudios en
Cultura y Sociedad de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata por los
debates y el espacio de trabajo.
Agradecemos a las familias de Puerto Libertad, los referentes del MTE de la provincia de Misiones y
especialmente a las juventudes rurales que participaron de la investigación
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Mariana Chaves; Luisina Gareis
“The world doesn’t need to be miserable”:
processes of youth politicization in rural
areas of Misiones (Argentina)
Abstract
The general objective of this article is to analyze
the politicization process of young people who
live in a rural context (Misiones, Argentina) and
are part of families of the Movement of Excluded
Workers (MTE). The individual and the collective
are intertwined in a field of forces with a long his-
tory in the region, diversity of actors (multinatio-
nal, small producers, state, families, cooperative),
multidimensionality of inequality and intersectio-
nality of social conditions. From an ethnographic
approach, we will explain processes of socializa-
tion, political subjectification and collective poli-
tical actions in which they participated, which will
allow us to understand the production of a rural
youth political subject. We also aim to present and
discuss the state as a participating actor in the
production of a youth political subject, insofar as
its existence – by action or omission – constitu-
tes it as a node of power to demand, with which
to antagonize, and/or feel challenged by political
construction.
Keywords: Youth. Politics. Rural. State. Political
subjectivismal Media, K-pop, Collective Action,
Fandom.
‘O mundo não precisa ser miserável’:
processos de politização juvenil nas zonas
rurais de Misiones (Argentina)
Resumo
O objetivo deste artigo é analisar o processo de
politização de jovens que vivem em contexto rural
(Misiones, Argentina) e fazem parte de famílias do
Movimento dos Trabalhadores Excluídos (MTE).
O indivíduo e o coletivo estão entrelaçados num
campo de forças com longa história na região, di-
versidade de atores (multinacionais, pequenos
produtores, Estado, famílias, cooperativas), mul-
tidimensionalidade da desigualdade e intersec-
cionalidade das condições sociais. A partir de uma
abordagem etnográfica, explicaremos processos
de socialização, subjetivação política e ações polí-
ticas coletivas das quais participaram, o que nos
permitirá compreender a produção de um sujeito
político juvenil rural. Pretendemos também apre-
sentar e discutir o Estado como ator participante
na produção de um sujeito político juvenil, na me-
dida em que a sua existência – por ação ou omissão
– o constitui como um nó de poder a exigir, com o
qual antagonizar e/ou sentem-se desafiados pela
construção política.
Palavras-chave: Juventude. Política. Rural. Estado.
Subjetivação política
HISTÓRICO
Recebido: Julho/24
Parecer: Agosto/24
Parecer: Agosto/24
Aceito: Setembro/24
Revisado Autor: Outubro/24
Revisão Gramatical/Ortográfica e ABNT: Novembro/24
Publicado: Novembro/24
Equipe Editorial Revista TOMO envolvida no processo editorial deste artigo
Marina de Souza Sartore (Editora-Chefe)
Gabriela Losekan (Editora Junior)
Ítalo Gordiano de Cerqueira (Editor-Junior)